21/11/09

Día de descanso en Arequipa

Hoy, sabado 21, el sol vuelve a levantarse conmigo y no me extraña, porque desde las nueve de la noche que eché el cierre hasta las cuatro de la mañana es todo un record para mí.

Hoy ya no tengo esa sensación febril que tenía ayer pero con el estomago sigo igual. Cuando uno viaja por Méjico y pilla una gastroenteritis, que suele ser habitual, se dice que es por la venganza de Montezuma así que, en mi caso, debe ser la venganza del Inca por haberme tomado a chanza el nombre de la princesa de las nieves, Juanita.

El caso es que, a pesar de todo, bajo a desayunar, eso sí, un desayuno más ligero que de costumbre porque entre otras cosas no me han puesto mas viandas para comer y teniendo en cuenta que anoche no probé bocado pues ya es hora de empezar a probar a ver que pasa.

Estoy en un hostal de la calle Jerusalén que se llama Sol AQP. Lo mejor que tiene es una terraza espectacular con sillas y mesas y tumbonas para estar ahí relajado. Por la mañana hace calor pero en cuanto caiga un poco sol ahí me plantaré un rato a comtemplar el paisaje de las montañas circundantes. Estas son las vistas que tiene desde la terraza.




Empleo la mañana en caminar tranquilo perdiéndome por calles por las que no he ido y en leer el periódico en la plaza de armas porque lo más interesante de por aquí ya está visto así que hoy toca día de relax y olgazanería.

También he aprovechado para llamar a mis hijos y me he tirado hablando con ellos casi veinte minutos. Llamando desde los locutorios, que están repartidos por todos los sitios, las llamadas salen a precio de risa. Ya empiezo a echarles de menos. Y lo mismo a mi gente. Esas charlitas, esas cervezas, eso sí, sin alcohol para mí, esas risas, esos buenos
momentos. Lástima que uno no tenga el poder de la teletransportación para ir y venir según apetezca. Pero quién sabe. En fin, creo que la gastroenteritis me está afectando al coco así que mejor corto este rollo.


He pasado por la oficina de Lan para verificar el vuelo de mañana porque ya no quiero más sorpresitas y después de una larga espera he dejado todo zanjado para mañana. Después, y como no me gustaba la idea de estar en ayunas todo el día, he buscado un sitio para comer, de esos donde comen los de aquí  y he encontrado uno que no tenía mala pinta porque al menos las mesas estaban limpias porque les habían puesto una base de cristal. Tienen solamente un menú por tres soles, que no llega ni a un euro, algo increible, en el que me han puesto una sopa de arroz, repetimos jugada como la del día del pollo asado, y un plato de carne con más arroz todavía y para acompañar les he pedido que me diesen alguna salsa picante y dios que si picaba. Era una salsa de ají concentrada. Se me saltaban las lágrimas. He tenido que pedir una cocacola para apaciguar el picor. En Guatemala ya tuve ocasión de probar que el picante te arregla cualquier desatino estomacal así que aquí imagino que será igual. Y si a eso le sumo el efecto de la cocacola pues una de dos o esta noche me deshidrato por completo o me quedo como una rosa. Ya veremos. La verdad es que es un sitio para comer normal donde va gente normal, bueno al menos eso parece.



Por la tarde aprovecho para estar por la Plaza de Armas. Es un sitio que llama al descanso y de hecho, al caer la tarde, se llena de gente, de niños, de palomas y de vendedoras de maiz que hacen su agosto dándoles la bolsita a los niños para que sus papas la paguen. Y las palomas, al igual que la vendedoras, tan contentas y los niños más todavía de ver como un montón de esos animalitos picotean a sus pies. Si no fuera porque las cagadas de las palomas son la pera, sobre todo cuando te caen encima, serían maravillosas. Pues sí, me ha cagado una paloma. Y qué?




Según pasa la tarde la luz va cambiando y hace que la plaza se vea aún más encantadora y más sugerente





Es hora de ir recogiéndose porque mañana me viene a buscar un taxi, para llevarme al aeropuerto, un poco antes de las cinco. Aunque parezca mentira, la mezcla de picante, de cocacola y de arroz, o quizás uno solo de ellos, está haciendo su efecto y mi estómago está bastante mejor así que antes de subir a la habitación me paso por el bar del hotel y me pido un filete de pollo a la brasa con picante, mucho picante de ají, que veo que funciona. ´

En fín, un día con pocas emociones pero que me ha servido para entonar este cuerpo serrano. Mañana, más y mejor. Seguro.


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